TOUR DE FRANCIA: Cavendish recupera su reinado

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Se le esperaba desde hace tiempo y por fin apareció. El rey de los sprints, Mark Cavendish, se hizo con su habitual contundencia con su primera etapa en este Tour en una jornada nuevamente muy tranquila para el pelotón sin sobresaltos ni caídas. El británico se desquitó de los pesares de un año para olvidar y levantó los brazos al cielo como si fuese el primer éxito de su carrera.

Quizá la monotonía de la victoria, seis en la pasada edición del Tour, le ha hecho olvidarse de la dificultad de vencer en un deporte en el que el sacrificio es una virtud más que necesaria. Lo cierto es que hoy el hombre llamado a ser el mejor sprinter de la historia, sus 25 años y su envidiable palmarés le acreditan, ha derrotado, más que a sus rivales, al mito de la joven estrella con la cabeza poco amueblada.

Cavendish ganó y lo hizo sin su 'treno' del Columbia que, sin duda, ya no es el mismo de antaño. Sin embargo, quien tuvo retuvo, y su compañero Mark Renshaw le despejó la pista de despegue colocándole en una posición inmejorable y quitándose de en medio a hombres tan peligrosos como el renacido Petacchi y un Freire desparecido. El que sí está dando el do de pecho es José Joaquín Rojas que se coló en la cuarta posición detrás de los jóvenes Ciolek y Boasson Hagen.

La etapa, de 187,5 kilómetros entre Épernay y Montargis, fue un nuevo día de relax para el pelotón que sigue recuperándose de las heridas de las jornadas precedentes (Amets Txurruka se ha retirado tras fracturarse la clavícula) y preparándose para la llegada de unos Alpes más descafeinados que nunca este fin de semana.

Un español, el protagonista del día
El sprint final se respiraba en el ambiente y fueron poco los aventureros que osaron a frenar la hegemonía de los velocistas. Entre ellos, un español, el campeón nacional de ruta, José Iván Gutiérrez, que se quedó a las puertas del cielo a tres kilómetros de meta. El cántabro contó con la compañía del belga Van de Walle y el francés El Fares, dos buenos colegas de fuga, pero resignados a su suerte, la de un pelotón devorando sus sueños.

Y es que si algo está haciendo bien la serpiente multicolor este año es picar a sus presas en el momento justo, a pocos kilómetros del final, esfumando la posibilidad de otros perseguidores de gloria. Mañana se presume más de lo mismo, 227,5 kilómetros entre Montargis y Geugnon, en lo que será la etapa más larga de este Tour de Francia.

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